jueves, 14 de abril de 2016

Reglas ortográficas básicas de acentuación

Reglas ortográficas básicas de acentuación según las normas de la Real Academia Española

El acento prosódico afecta a unidades mayores que el fonema. La sílaba sobre la que recae el acento en una palabra es la sílaba tónica, mientras que la que se pronuncia sin acento es átona.
El acento puede recaer en la última (motor), la penúltima (palo), la antepenúltima (tómbola) o en la sílaba anterior a la antepenúltima (dígamelo). El acento tiene valor distintivo, muchas palabras formalmente idénticas se diferencian solo por el acento (próspero, prospero, prosperó).
La tilde acento gráfico es una signo en forma de rayita oblicua (´) que, colocado sobre una vocal, indica que la sílaba a la que pertenece la vocal se articula con acento. La tilde en español asciende de derecha a izquierda en forma de acento agudo. El acento grave (`) carece de uso en español. La tilde tiene una función prosódica (indica que la sílaba es tónica: así, cómodo) y una función diacrítica (distingue palabras tónicas de otras formadas con las mismas letras, pero de pronunciación átona: él y el).
La tilde escrita sobre una vocal indica que la sílaba a la que pertenece esa vocal es tónica y que en ella recae el acento. No en todas las palabras se señala con tilde su sílaba tónica. Las reglas de acentuación gráfica determinan en qué casos debe usarse o no la tilde y cuál es la sílaba sobre la que recae el acento en las palabras tónicas que se escriben sin tilde.
REGLAS DE ACENTUACIÓN
Las palabras monosílabas (de una sola sílaba) se escriben sin tilde (fe, ve, dio, fue, vio, guion), excepto los monosílabos que requieren tilde diacrítica ( y tuél el). Los monosílabos solo se clasifican en tónicos (dé, sol, ve) y átonos (de, con, su).
Las palabras polisílabas se acentúan gráficamente según el lugar que ocupa en ellas la sílaba tónica y la letra en que terminan.

Palabras polisílabas según la posición de la sílaba tónica
Agudas
La sílaba tónica es la última
telón, colibrí, señal
Llanas o graves
La sílaba tónica es la penúltima
árbol, lunes, tema
Esdrújulas
La sílaba tónica es la antepenúltima
página, cómodo, único
Sobresdrújulas
La sílaba tónica es anterior a la antepenúltima
dígamelo, cómaselo



        










Las palabras agudas llevan tilde cuando terminan en vocal o en consonante n o s (no precedidas de otra consonante): acá, comité, aquí, revisó, iglú, razón, compás. Cuando terminan en más de una consonante no llevan tilde: mamuts, compost, esnobs, zigzags. Tampoco llegan tilde cuando terminan en yconvoy, virrey.
Las palabras llanas llevan tilde cuando terminan en consonante distinta de slápiz, cárcel, túnel, tórax. O cuando terminan en más de una consonante: bíceps, récords, wéstern. Y cuando terminan en yyóquey.
Las palabras esdrújulas y sobresdrújulas llevan siempre tilde: rápido, análisis, recítenoslo, llévesemelas.

jueves, 7 de abril de 2016

Logré que uno de mis compañeros de hostería -un soldado más valiente que Plutón- me acompañara. Al primer canto del gallo, emprendimos la marcha; brillaba la luna como el sol a mediodía. Llegamos a unas tumbas. Mi hombre se para; empieza a conjurar astros; yo me siento y me pongo a contar las columnas y a canturrear. Al rato me vuelvo hacia mi compañero y lo veo desnudarse y dejar la ropa al borde del camino. Del miedo se me abrieron las carnes; me quedé como muerto. Lo vi orinar alrededor de su ropa y convertirse en lobo. Lobo, rompió a dar aullidos y huyó al bosque. Fui a recoger su ropa y vi que se había transformado en piedra. Desenvainé la espada y temblando llegué a casa. Melisa se extrañó de verme llegar a tales horas.

-Si hubieras llegado un poco antes –me dijo- hubieras podido ayudarnos: Un lobo ha penetrado en el redil y ha matado a las ovejas; fue una verdadera carnicería; logró escapar, pero uno de los esclavos le atravesó el pescuezo con la lanza. Al día siguiente volví por el camino de las tumbas. En lugar de la ropa petrificada había una mancha de sangre. Entré en la hostería; el soldado estaba tendido en su lecho. Sangraba como un buey: un médico estaba curándole el cuello.

La torre Babel

 Toda la Tierra tenía una misma lengua y usaba las mismas palabras. Los hombres en su emigración hacia oriente hallaron una llanura en la región de Senaar y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros:”Ea, hagamos ladrillos y cozámoslos al fuego”. Se sirvieron de los ladrillos en lugar de piedras y de betún en lugar de argamasa. Luego dijeron:”Ea, edifiquemos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo. Hagámonos así famosos y no estemos más dispersos sobre la faz de la Tierra”.
Más Yahveh descendió para ver la ciudad y la torre que los hombres estaban levantando y dijo: “He aquí que todos forman un solo pueblo y todos hablan una misma lengua, siendo este el principio de sus empresas. Nada les impedirá que lleven a cabo todo lo que se propongan. Pues bien, descendamos y allí mismo confundamos su lenguaje de modo que no se entiendan los unos con los otros”. Así, Yahveh los dispersó de allí sobre la faz de la Tierra y cesaron en la construcción de la ciudad. Por ello se la llamó Babel, porque allí confundió Yahveh la lengua de todos los habitantes de la Tierra y los dispersó por toda la superficie.


La historia interminable

Las pasiones humanas son un misterio, y a los niños les pasa lo mismo que a los mayores. Los que se dejan llevar por ellas no pueden explicárselas, y los que no las han vivido no pueden comprenderlas. Hay hombres que se juegan la vida para subir a una montaña. Nadie, ni siquiera ellos, puede explicar realmente por qué. Otros se arruinan para conquistar el corazón de una persona que no quiere saber nada de ellos. Otros se destruyen a sí mismos por no saber resistir los placeres de la mesa... o de la botella. Algunos pierden cuanto tienen para ganar en un juego de azar, o lo sacrifican todo a una idea fija que jamás podrá realizarse. Unos cuantos creen que sólo serán felices en algún lugar distinto, y recorren el mundo durante toda su vida. Y unos pocos no descansan hasta que consiguen ser poderosos. En resumen: hay tantas pasiones distintas como hombres distintos hay.

La pasión de Bastián Baltasar Bux eran los libros. Quien no haya pasado nunca tardes enteras delante de un libro, con las orejas ardiéndole y el pelo caído por la cara, leyendo y leyendo, olvidado del mundo y sin darse cuenta de que tenía hambre o se estaba quedando helado...

Quien nunca haya leído en secreto a la luz de una linterna, bajo la manta, porque Papá o Mamá o alguna otra persona solícita le ha apagado la luz con el argumento bien intencionado de que tiene que dormir, porque mañana hay que levantarse tempranito...

Quien nunca haya llorado abierta o disimuladamente lágrimas amargas, porque una historia maravillosa acababa y había que decir adiós a personajes con los que había corrido tantas aventuras, a los que quería y admiraba, por los que había temido y rezado, y sin cuya compañía la vida le parecería vacía y sin sentido...

Quien no conozca todo eso por propia experiencia, no podrá comprender probablemente lo que Bastián hizo entonces.

Miró fijamente el título del libro y sintió frío y calor a un tiempo. Eso era, exactamente, lo que había soñado tan a menudo y lo que, desde que se había entregado a su pasión, venía deseando: ¡Una historia que no acabase nunca! ¡El libro de todos los libros!



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